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domingo, 14 de abril de 2013

La Puerta.



Hoy me he despertado de una manera muy extraña, de un sobresalto apagué el despertador y solo pensé en dejar de sufrir.

Deduje varias alternativas, pero ninguna parecía correcta, estaba en un verdadero problema.

Tengo bajo mi cargo un colegio secundario, y hace meses que los docentes se atienen de dar clases. Creo que el problema no pasa por los sueldos, sino por las condiciones del establecimiento…

No contamos con mucho personal y los baños apestan a orín, las aulas están escritas hasta el techo, las puertas crujen al abrirse… es un verdadero desastre.

A mi nunca se me ha ocurrido clausurarlo por nada, ni siquiera sé porque sigo allí. Pasé en el establecimiento la peor escena de mi vida.
Pero para explicarlo debo remontarme a mi adolescencia.

Con el término de la escuela había que elegir un colegio secundario.
Mis amigos y yo nos fuimos dispersando y con el tiempo ya no hubo contacto alguno.
Yo entonces elegí un colegio con orientación a técnico electromecánico, y estuve ahí dos años.
Noté que lo mío no eran los talleres ni nada por el estilo, por lo que me pasé al establecimiento que hoy dirijo.

Recuerdo claramente el primer día, todos miraban a los que entraban… y mis pares parecían maquinas fotográficas, todo era un escándalo a sus ojos.
Decidí tomar una postura frente a ellos, y no dar importancia al que dirán.

Así transcurrí mis primeros dos años allí, siempre solitarios, leyendo por los pasillos… sin nadie con quien compartir mis gustos y pensamientos.
Pero sin irme mas lejos quiero relatar lo que me paso aquella tarde en el colegio.
Agitado ingresé a mi curso, y pude notar que no había nadie allí.
Bajé las escaleras y consulté a mi celador:
- Hoy entraban más tarde - alcanzó a decirme.
- huyy cierto, que despistado - dije tratando de evitar el bochorno.
- Bueno, vas a tener que esperar… nos vemos luego, y siguió con sus tareas.

Me dirigí nuevamente a mí curso, pero esta vez fije la mirada en una puerta que nunca antes había dado importancia.
Me acerqué y traté de abrirla, pero nada… estaba cerrada con llave. Eso pasó y con el tiempo empecé a realizar preguntas sobre ese lugar.
Claro que me costo, porque como lo he dicho antes era algo antisocial.
Muchos de los comentarios decían que se había clausurado, porque el baño se arruino con el tiempo.
Muchos otros decían que ahí habían pescado a una pareja de alumnos haciendo el amor y por eso la decisión había sido cerrarlo.
Pero la razón que mas me llamo la atención fue la de Kevin, un alumno de un curso mayor, que decía que ahí se había cometido un homicidio.
Empecé a preguntar y enseguida la directora me convoco a su oficina, no quería que andara promoviendo esa loca idea.
Llego también a mis oídos, que en el colegio había vivido una persona que cuidaba el lugar… y que con los años no se lo ayo más.
Entonces comencé a generar muchas ideas variadas sobre esa puerta.
Por un lado las historias eran creíbles, pero por otro dejaban mucho que desear.
Decidí entonces entrar en la noche.
Las ventanas se abrían tirando hacia fuera, y para que no quedase trabada deje un buen bulto de papel.
Ingrese por el patio y me dirigí a mi lugar de entrada, accedí poco a poco y para cuando quise acordarme ya me hallaba por los pasillos.
Camine temeroso, estaba muy oscuro, encendí mi linterna y seguí paso tras paso.
Ya se imaginaran el miedo que sentí, como se apoderaba la taquicardia de mi, además mi cabeza me hacia muy malas jugadas.
Cualquier sombra o solo el movimiento de mi cabeza me hacia creer que había visto a alguien o algo… estaba aterrado.
Volví a pensar en la posibilidad del homicidio y entonces fue peor…
Escuchaba que me hablaban, que alguien gritaba de dolor, mientras otro gemía de miedo.
Caminaba cada vez más lento y sin darme cuenta estaba yendo a esa puerta.
Me paré frente a ella y leí “A 15”… busque dentro de mi bolso y comencé a utilizar mi cierra.
El candado era bastante grueso por lo que demore un instante, fue una lucha entre el sudor y el miedo.

Lo abrí y en lo lejano solo se sintió el eco del candado golpeando contra el piso.
Entre y para mi sorpresa nada parecía fuera de lugar, lo único que me extrañaba era que ese lugar fuese tan amplio y estuviese fuera de servicio.
Me adentre mas aún… abrí puerta tras puerta y nada.
Alumbre al suelo y pude ver unas manchas en el piso, aparentemente de sangre, que no me causaron temor alguno ya que estaban muy secas y amarillentas.
Seguí el rastro que me dirigió a la puerta “F66”, pero al abrirla no encontré solo un excusado…
Sino que esta vez observe a una pequeña de vestido celeste y de cabellos enmarañados. Me asuste demasiado... esa niña no era normal, su cuerpo se dejaba traslucir, sus ojos alumbraban la muerte.
No se por cuanto, pero mi corazón se detuvo un instante, comencé a correr y entre sollozos me encontré en el suelo.
Mire hacia atrás incansablemente y pude ver como esta niña caminaba detrás de mi.
Repetía una y otra vez:
Tengo frió mami, mucho frio.
Volví a levantarme y esta vez nada me detuvo, pude llegar hasta la calle.
Corrí sin descanso y me oculté en casa.
No volví al colegio en 3 días, me costaba superar lo vivido.
Después todo lo fui olvidando hasta hoy.
Las lágrimas diluyen la tinta de este manuscrito, estoy aterrado…
Me he levantado y he observado por la ventana…
La niña parada esta vez en mi jardín, sigue sintiendo frío.

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