El portador de la Llama
En cualquier ciudad, en cualquier país, ve a cualquier institución mental o centro de rehabilitación al que tegas acceso. Cuando llegues a la recepción, pide visitar a aquella que se hace llamar “El portador de la llama” El trabajador te mirara indiferentemente por varios minutos antes de apuntar, silenciosamente, a una puerta detrás de ti. La puerta no estaba ahí, y nadie más alrededor se dará cuenta. Acércate a la puerta y cierra los ojos, antes de sujetar la aldaba. Necesitas golpear solo una vez. Si el metal de pronto se enfría en tu mano, corre. Corre lejos, y sigue corriendo. Solo ten la esperanza de haber escapado, la alternativa es un horror que solo las almas del infierno pueden comprender.
Si el golpeador se vuelve caliente, manténlo firmemente, incluso si comienza a chamuscarse en tu mano. Eventualmente el dolor cesara. Una vez pase esto, abre tus ojos. Estarás en un pequeño jardín, iluminado por la luz de una luna llena, y rodeado por piedras cubiertas de hiedra. A tu izquierda estará un estanque. No mires al agua directamente, o la multitud de terrores acechando con capturar y arrastrarte una y otra vez por el resto de la eternidad. A tu derecha estará una hoguera funeraria, aun no encendida, ingeniosamente oscurecida con un líquido inflamable.
Da exactamente cinco pasos hacia la pira. No preguntes porque. Encontrarás el cadáver de un niño castrado, sus brazos plegados en un vial de mercurio. No digas nada más que la pregunta “Que causo su inmolación?”
El cadáver no se moverá, pero la pira funeraria se encenderá a si misma libremente. Al igual que los arbustos, el pasto, los arboles y las flores alrededor de ella. Las flamas cambiaran de colores, desde el rojo de la sangre recién salpicada, al verde de la infección y fallecimiento. Las plantas gritarán en agonía a la vez que las paredes alrededor del jardín son consumidas. El estanque se secara, el agua ardiendo con un calor ampolloso, como las almas de los malditos suben en el vapor, rugiendo su letanía de maldiciones hacia ti.
A la vez que la primera maldición llegue a tus oídos, debes invocar coraje y comenzar a reír. Ruidosamente, resentidamente, arrogantemente, pero no suavemente. Si las maldiciones se vuelven más vehementes, estás a salvo. Si se detienen, entonces arrójate a la pira para escapar de un destino por lejos peor.
A la mitad de la tempestad, el cadáver calmadamente se sentara, consumido completamente en llamas, y te ofrecerá el vial. Debes continuar riendo, y cruzar tus brazos. Aun no debes aceptar el regalo.El cadáver abrirá su boca, y si tienes suerte, lo que veras en sus profundidades no te dejara reír en locura por el resto de tu vida mortal.
El vial caerá, destrozándose, y salpicando sus contenidos sobre los restos ennegrecidos de pasto mientras la flamas mueren debajo. Todo estará en silencio. A tus pies estará una nueva flor, su tallo es duro y espinoso, sus pétalos pintados con los colores del fuego infernal y la condenación. Tómala, y te encontrarás fuera del el jardín y de vuelta en frente de la puerta.
Esta flor es el Objeto 30 de 538. Se incinerará a si misma en las profundidades de tu alma, y encenderá las llamas de la locura.
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