Distintas teorías
La reencarnación es el proceso a través del cual, tras la muerte física, el alma (o algo inmaterial que nos represente en alguna forma) pasa a un nuevo cuerpo, y así sucesivamente, hasta alcanzar su fin espiritual. Pero... ¿nos reencarnamos en animales? ¿hay lugares de tránsito entre una y otra existencia?, ¿qué es lo que se reencarna?, ¿podemos reencarnarnos en otros mundos, universos o dimensiones? Cada teoría tiene sus respuestas.
LA REENCARNACIÓN EN EL HINDUISMO
Dentro del hinduismo, la creencia en la reencarnación aparece por primera vez en los Upanishad (400 a. C. a 1600 d. C.), textos sagrados que reemplazaron a los épicos Vedas, escritos entre el 1500 y el 600 a. C. Según las creencias derivadas a partir de los Upanishad, al momento de la muerte el alma (eterna y depositaria de la esencia) deja el cuerpo, es llevada ante Iamarásh por sus sirvientes-mensajeros, y éste, en tanto encargado de juzgar el karma de todas las almas de la Creación, la juzga.
Dependiendo de qué tantas buenas o malas acciones haya cometido el individuo, su alma pasará a una existencia superior, intermedia o inferior, siendo que estos tres niveles comportan desde existencias celestiales hasta infernales, pasando por las humanas. Este pasar de una vida a otra, es lo que se conoce como el samsara (cuyo significado es "vagabundeo"), y en él se puede llegar a ser un deva (semidios), un demonio, o incluso una forma de vida vegetal o animal, razón por la cual el vegetarianismo (matar plantas es el mal menor...) y el respeto a la vida animal tienen tanta fuerza en la India. Todo depende del karma, pero no solo de cuánto, sino de qué tipo, principalmente a nivel de las existencias-castigo. Así, una persona colérica, malvada y asesina, puede terminar convirtiéndose temporalmente en demonio, mientras que una persona muy instintiva (póngase el caso de alguien que solo vive para fornicar, comer, beber, drogarse y dormir) puede transformarse en animal. Pero las existencias-castigo pueden también tener lugar en el nivel intermedio que es la vida humana: de ese modo, un millonario explotador que nunca ha dado caridad y ha sido ambicioso, avaro y egoísta toda su vida, puede reencarnar como uno de esos niños africanos que mueren de hambre y sed bajo el sol...
Pero... ¿existen formas de disminuir el karma negativo? Sí: meditación, yoga, actividad contemplativa, buenas acciones, ascetismo, ofrendas rituales, cultivo de conocimientos útiles para la vida espiritual, etcétera. Ahora, y mejor aún, es salir del samsara, dejar de reencarnarse, cosa que solo se consigue cuando el alma liquida todo su karma negativo y alcanza tal estado de evolución en que es posible que ella, alma individual o atman, se funda con la Luz Divina (refulgencia que emana Brahman) del Alma Universal o Brahman. Respecto a lo anterior la Brihadaranyaka, una de las Upanishads más antiguas, dice así: ‹‹Cuando son liberados todos los deseos, que en su corazón hicieron su morada, entonces el mortal se vuelve inmortal, y ya en este mundo alcanza a Brahman››.
LA REENCARNACIÓN BUDISTA
En el budismo, a diferencia del hinduismo, no se cree en una entidad sustancial inmortal que pasa de vida en vida, que tiene una esencia determinada, etcétera. No hay un yo dotado de esencia que se reencarne, el yo es un fenómeno condicionado, interdependiente, y la identidad que uno pueda tener es una ilusión del ego... Entonces: ¿qué es lo que se reencarna o, como dirían los budistas, lo que "renace"? Es la conciencia sutil; pero, ¿cuál es su naturaleza y cómo ésta se expresa en relación al tránsito que representa la muerte? Esto lo responde muy bien el libro Mente y Conciencia: Conversaciones con el Dalai Lama sobre la ciencia del cerebro y el budismo; veamos lo que dice: ‹‹El budismo tibetano asegura que en el momento del morir, nuestras facultades conceptuales y nuestros sentidos normales se vuelven latentes. El resultado final de este proceso, cuando se han retirado todas nuestras facultades mentales, no es el cese dela conciencia, sino más bien la manifestación de una conciencia muy sutil, de la cual se originan todos los demás procesos mentales. La presencia de esta conciencia sutil, según el budismo tibetano, no es contingente al cerebro, ni encierra una pérdida de conciencia. Más bien, la experiencia de esta conciencia es la experiencia de un estado de atención inmediato y primordial, al que se ve como el constituyente fundamental de la naturaleza del mundo. Cuando queda zanjada la conexión entre esta conciencia sutil y el cuerpo, se produce la muerte. Pero esta conciencia no se desvanece. Por el contrario, de su temporalidad surge un "cuerpo mental", similar al tipo de cuerpo no físico que se puede asumir durante el sueño. Tras la serie de experiencias parecidas al ensueño que suceden a la muerte, también "perece" este cuerpo mental, y al momento siguiente empieza una nueva vida, por ejemplo, en el útero de la que ha de ser nuestra futura madre.››.
Como ven, se dice que de la conciencia sutil surge un cuerpo mental, y que con ese cuerpo, similar al que tenemos (desde el punto de vista de nuestra experiencia subjetiva) cuando soñamos, vivimos esa "serie de experiencias parecidas al ensueño que suceden a la muerte", o, lo que es igual, vivimos la experiencia de tránsito en el bardo (que dura un máximo de 49 días según el Libro Tibetano de Los Muertos), que es un estado de tránsito entre la muerte y el renacimiento. Antes de despertar a la experiencia del bardo, se supone que la mayoría de personas experimentan un periodo de inconsciencia (mental, no sutil, ya que la conciencia sutil persiste, y luego produce un cuerpo mental que posibilita una conciencia similar a la que tenemos al soñar), y que posteriormente se percatan de que están muertas por una serie de diversas causas. Pero... ¿dónde queda el karma? A saber, la conciencia sutil es modelada y condicionada por el karma que hemos acumulado a lo largo de nuestras diversas vidas; y, particularmente, cuando nuestra conciencia sutil busca encarnarse de nuevo, lo hace en una situación y un cuerpo que se correspondan con el estado kármico que teníamos al momento de morir, cosa que es muy importante remarcar ya que, en el budismo, si bien es importante lo que hayamos hecho a lo largo de nuestras vidas, también es muy importante nuestro estado en el proceso de muerte, al punto de que un malvado que se convierta y espiritualice aminorará su karma malo considerablemente, mientras que un hombre virtuoso que recuerde injusticias sufridas y experimente rencor e ira en sus últimos momentos, aminorará su buen karma. Por otra parte, el estado en que muramos y nuestro karma, también influirá en la naturaleza de las ensoñaciones que tengamos en el bardo, ya que éstas, en gran medida, no son sino un reflejo de nuestros estados, y estos, a su vez, un reflejo de lo que hemos llegado a ser en virtud de nuestro hacer, entendiendo éste como algo complejo que no solo incluye los actos exteriores sino los sentimientos, las emociones, los deseos, los pensamientos y las palabras...
Un punto importante del tránsito por el bardo es que, de haber pasado siete días y no encontrarse una situación de renacimiento acorde con el karma, habrá una pequeña muerte (ya no del cuerpo físico pues no existe) en el estado de bardo, e instantáneamente se renacerá en otro estado dentro de la misma dimensión intermedia del bardo: esto, habrá de repetirse nuevamente si de nuevo no se encuentra una situación de renacimiento acorde con el karma, y así podría suceder una y otra vez, pero con un máximo de seis veces, ya que no se puede estar en el bardo más de 49 días.
Por otro lado, en el bardo uno posee clarividencia, ausencia de obstrucciones, y capacidad para estar en cualquier lugar con tan solo desearlo. Adicionalmente, uno tendrá, en líneas generales, la forma del ser perteneciente al reino en el cual renacerá, y también podrá ver a los otros habitantes del bardo que renacerán en el mismo reino que uno; esos reinos son seis: el de las criaturas infernales, el de los fantasmas hambrientos (esto es, los espíritus desencarnados, los "fantasmas" de los que tanto oímos hablar en Occidente), el de los humanos, el de los semidioses, y el de los dioses. Cabe aclararse que, como ya se dijo, solo en líneas generales se tendrá la forma del ser en el cual se renacerá, ya que de lo contrario aquello sería contradictorio con la posibilidad de que uno pueda renacer transitoriamente en el bardo a causa de no haber encontrado una situación propicia para renacer en uno de los seis reinos: de esa forma, si alguien se reencarnará en el reino humano, tendrá forma humana, pero los detalles de esa forma se concretarán y definirán después, pudiendo corresponderse, pongamos el caso, con el aspecto de Pedro, el de Juan, el de María, etcétera... Ya al momento de renacer, la doctrina budista dice que el renacimiento siempre es determinado en virtud del deseo, de la ignorancia, o de la ira-aversión-odio, que son los tres venenos del alma, a causa de los cuales se permanece indefinidamente en el ciclo de reencarnaciones. De ese modo, y ya habiéndolo previsto en el bardo según la creencia de que uno tiene la forma (en líneas generales) correspondiente al ser en el cual renacerá, una persona llena de odio podría renacer como criatura infernal, una persona llena de insatisfacción y deseos podría renacer como fantasma hambriento y, alguien que sin ser malo o demasiado egoísta simplemente padezca un buen grado de ignorancia (en el sentido de falta de sabiduría, no de conocimientos técnicos o abstractos sin utilidad espiritual), casi seguramente renacerá como humano; en cuanto a los dioses y semidioses, no es que se hayan librado de la ignorancia, el deseo y la ira-aversión-odio, sino que simplemente los tienen en mucha menor medida que las almas que renacieron en reinos inferiores, ya que de no tenerlos en medida alguna, habrían alcanzado el nirvana y se habrían liberado del ciclo de renacimientos.
Por último, no todos pasan por el bardo. Casi todos lo hacen, pero unos pocos renacen en "los reinos informes del espacio infinito", de la "conciencia infinita": a quienes así les sucede, inmediatamente vuelven a renacer en uno de los seis reinos, como si no hubiese existido tránsito (y por ende descanso...) entre una existencia y otra...
LA REENCARNACIÓN ENTRE LOS EGIPCIOS
Bastante debatido es si los egipcios creían o no en la reencarnación, si simplemente creían en la resurrección y la vida eterna, o si existía un pensamiento disperso en donde unas fuentes hablaban de reencarnación y otra de resurrección y vida eterna. Sea cual sea la verdad, el famoso historiador romano Herodoto, estaba convencido de que los egipcios creían en la transmigración de las almas; al respecto, una traducción de las obras de Herodoto hecha por Eggers y Julia en 1978, dice lo siguiente: ‹‹También los egipcios son los primeros que afirmaron que el alma del hombre es inmortal y que, al corromperse el cuerpo, ingresa siempre en otro ser vivo que nace. Y después de pasar todos los seres terrestres, marítimos y volátiles, nuevamente ingresa en un cuerpo humano que nace; y el ciclo se produce en tres mil años. Algunos griegos se han servido de esta doctrina, unos antes, otros después, como si fuera propia de ellos››
LA REENCARNACIÓN ENTRE LOS GRIEGOS
En la antigua Grecia, la creencia en la reencarnación se introdujo por influencia cultural de los egipcios, y fue adoptada por diversas escuelas de pensamiento, entre las cuales destacaron los pitagóricos, los órficos, los platónicos y neoplatónicos.
Pitágoras de Samos, famoso filósofo y matemático del siglo VI antes de Cristo, afirmó lo siguiente sobre la reencarnación: ‹‹Necesitamos muchas vidas, revestirnos de múltiples cuerpos, nacer y morir y volver a nacer muchas veces para llegar al fin último de la perfección que es el que los dioses nos reservan. Esta ley de vidas sucesivas da la adecuada explicación a todas las desiguales manifestaciones de nuestra existencia››. Adicionalmente, su doctrina de reencarnación postulaba cosas como estas: 1) te puedes reencarnar en un animal, en un ser superior al humano, o incluso en cierto tipo de plantas (como las habas y los laureles: si el lector no lo cree, investigue...), 2) la reencarnación se da cada 216 años porque ese número es el cubo de 6 (un número mágico), 3) debes ser vegetariano porque los animales tienen alma (posiblemente, si te comes un pollo, estés comiendo el alma de alguien que fue humano), y debes evitar comer el tipo de plantas en que puede haber reencarnación. Veamos ahora los casos de otros dos filósofos griegos:
Platón: Al igual que su maestro Sócrates, Platón creía en la reencarnación. Para él, el alma es inmortal y pertenece al mundo de las ideas, que es un mundo imperecedero, arquetípico, ya que el universo material es solo una concreción imperfecta de la idea del mismo en la mente del Dios-Demiurgo, dentro de la cual existen, en forma de ideas, todas las cosas que fueron, son y serán. Según Platón, el alma volverá a reencarnarse hasta nueve veces después de 1000 años, y no necesariamente un humano se reencarnará en humano, sino que también puede reencarnar como animal. Sin embargo, eso no impide que Platón hable de las ideas innatas: según esta teoría, el alma tiene la intuición de todas las ideas que ha adquirido en sus vidas anteriores y, sobre todo, de las ideas que ha contemplado cuando, en el tránsito entre una y otra vida, estaba en el mundo intangible de las ideas, donde habita el Demiurgo (Dios); pero, al encarnarse en la prisión material del cuerpo, esas intuiciones quedan relegadas en el fondo de la conciencia. Esta teoría es muy importante porque, a más de ser una propuesta sobre la reencarnación, comporta una teoría del conocimiento, que se puede esquematizar de este modo: 1) el alma preexiste al cuerpo, y contempla las ideas en el mundo suprasensible del Demiurgo, en el cual está antes de volver a encarnarse, 2) al encarnar, el alma olvida las ideas que adquirió en el mundo suprasensible, 3) en el mundo sensible, los sentidos permiten captar los objetos de la realidad, que son modelos hechos de una materia preexistente (jora), y que imitan ideas en la mente del Demiurgo, donde todo lo que fue, es y será, existe como idea, 4) esa percepción dada por los sentidos, despierta en el alma un recuerdo de las ideas olvidadas, pero ese recuerdo, que es el conocimiento, es imperfecto, por lo que se deduce que nuestro saber solo puede ser indudablemente perfecto en la Lógica y las Matemáticas, donde los objetos de conocimiento no tienen que ver con el mundo exterior; y así, al no mediar los sentidos, el recuerdo de la idea innata es perfecto si los principios lógicos son correctamente aplicados.
Plotino: Este neoplatónico pensaba que el alma, antes de pasar a una nueva vida, expiaba sus faltas en infiernos temporales, y también, si las faltas pesaban, en la vida siguiente. Así mismo, creía que uno podía reencarnar en animales, y que la meta de la reencarnación era el perfeccionamiento.
LA REENCARNACIÓN EN EL JUDAÍSMO
Esta creencia es opcional dentro del judaísmo, tal y como expresa el rabino Yehuda Ribco en su libro La resurrección, cito: ‹‹La Reencarnación es una creencia individual (o de ciertos grupos), tal como la no creencia en la misma lo es. Es una creencia de índole restringida, y que no atenta contra los principios generales y superiores (Tora y halaja), ni tampoco es obligatorio compartirla. En el judaísmo no hay dogmas, ni fe ciega; pero hay leyes establecidas que deben ser cumplidas cabalmente. Por lo tanto los judíos que creen en la reencarnación, están dentro del judaísmo, como los que consideran que al morir nuestra alma retorna a la Fuente de Vida Eterna››
Ahora bien, el que la reencarnación sea opcional para el judío, no quiere decir que no ocupe un lugar importante en destacados pensadores y textos canónicos de la religión judía. Por ejemplo, dentro de la Cábala (el misticismo judío), el Zohar tiene un hermoso pasaje en que ilustra la relación entre la reencarnación y la misericordia de un Dios que perdona: ‹‹Siempre que una persona fracasa en su propósito en este mundo, Dios, Bendito Sea, la arranca de raíz y la vuelve a plantar una y otra vez, repetidamente.›› (Zohar 186b). Un poco atrás, aclara el desconocimiento que tenemos sobre la reencarnación en estas palabras: ‹‹Todas las almas están sujetas a la reencarnación; ¡y la gente no conoce los caminos de Dios, Bendito Sea! No saben que son traídos frente al tribunal tanto antes de entrar a este mundo como después de dejarlo, son ignorantes de las muchas reencarnaciones, y de los trabajos secretos que tienen que realizar, y de la cantidad de almas desnudas, y cuántos espíritus desnudos deambulan en el otro mundo sin poder ingresar detrás del velo del Palacio del Rey. Los hombres no saben cómo las almas vuelan de un lado a otro como una piedra que es arrojada con una honda. Pero ya se acerca el tiempo cuando estos misterios serán revelados.›› (Zohar, II 99b). A más de lo visto, el Zohar intenta responder diversos aspectos sobre la reencarnación: quiénes resucitan, qué pasa con los que no alcanzan la perfección final, cuántas oportunidades da Dios al alma, pueden o no reencarnar juntos los esposos, puede o no el entierro afectar a la reencarnación, se puede o no reencarnar en plantas o animales.
Dejando el Zohar y hablando en términos generales, la versión judía de la reencarnación tiene postulados importantes como:
1) El objetivo de la reencarnación es lograr la perfección del alma, pero las razones particulares de la reencarnación son de tres tipos: a) reparación de daños causados por transgresiones, b) desarrollo de cualidades positivas que no se desarrollaron o se desarrollaron poco, c) ayudar a otros a alcanzar la perfección espiritual (aquí, el alma que se reencarna ya la ha logrado o está muy cerca de lograrla, pero aunque fuere lo primero, el objetivo general de la reencarnación se mantiene, aunque en relación a otro sujeto y no al reencarnado)
2) Sí es posible reencarnarse en animales o plantas, como castigo-expiación o a fin de desarrollar ciertas virtudes.
3) El alma olvida su vida pasada, aunque algunos cabalistas creen que, cuando uno reencarna en un animal, si recuerda su vida anterior, y sufre.
4) A modo de castigo (para faltas muy graves), hay encarnaciones en objetos inanimados. ¿cómo es eso posible? En este caso, la conciencia del sujeto sería posible gracias a un cuerpo de energía (como el de los fantasmas), y evidentemente la persona no podría moverse ni llevar a cabo actividad alguna. Aquí, puede pensarse que esto se relaciona con casos de objetos en los que se perciben presencias o energías.
5) El Guehinom es un purgatorio por el que muchas almas pasan antes de volver a renacer. Allí expían, se purifican, pero la reencarnación sigue justificándose porque el purgatorio puede purificar pero no desarrollar sabiduría o ciertas virtudes más allá de lo que comporta la purificación por el sufrimiento.
Finalmente, entre los autores representativos del judaísmo que han creído en la reencarnación, podemos citar a estos: Rambán (Najmánides), Rabeinu Bajia, Menajem Recanti, Rav Itzjak Luria (conocido como el "Arí" o "Isaac Luria"), su discípulo Rav Jaím Vital, Maharshá, Rav Moshé Eidels), y hasta el mismísimo creador del Movimiento Jasídico, el Baal Shem Tov.
LA REENCARNACIÓN EN EL LIBRO DE URANTIA
Pocos conocen sobre esta teoría de la reencarnación, pero es ciertamente asombrosa. Pero... ¿qué es el libro de Urantia? El libro de Urantia, con sus 2097 páginas, habla de Dios, de los ángeles, los demonios, el alma, la estructura espiritual del Cosmos, la evolución espiritual, el sentido de la vida, y muchas otras cuestiones vinculadas a las preguntas más profundas que el hombre se formula. Este libro estuvo escondido durante 20 años en la caja fuerte de un banco de Chicago, y recién hizo aparición pública en 1955; ya que, sea o no verdad su historia, su coherencia interna, su elevación intelectual y filosófica, y la profundidad de sus postulados, sorprenden a cualquiera que crea en la mera posibilidad de textos revelados; puesto que Urantia, independientemente de su fuente, parece el producto de insignes mentes. Sin embargo, si atendemos a su supuesto origen sobrenatural, vemos que en Chicago, a fines de los 20, 48 personalidades no-terrestres colaboraron para transmitir, a un comité de 12 miembros humanos cuya identidad jamás se supo, los contenidos de Urantia, durando ese proceso de trasmisión desde 1928 hasta 1935, y siendo el método la llamada "escritura automática"; lo cual, si es fuese verdad, resulta inaudito, porque jamás tal método ha producido un texto tan grande, racional y complejo. En cuanto a la propuesta de Urantia sobre la reencarnación, ésta es debatida, en el sentido de que algunos estudiosos creen que no se trata de reencarnación; pero, si se dejan de lado las sutilizas terminológicas y las irrelevancias escatológico-filosóficas, se verá que sí lo es, al menos entendiendo la reencarnación en su esencia, en un sentido abierto. Veamos ahora lo que dice Urantia sobre el tema:
Según Urantia, cualquier hombre que tenga el estatus de superviviente, nacerá de nuevo "en el espíritu", ya aquí en su vida terrenal; posteriormente, será resucitado en los llamados "mundos mansión", donde se le dará un cuerpo moroncial (un cuerpo hecho de una sustancia intermedia entre el espíritu y la materia) y habrá ya con ello garantizada su inmortalidad. Después de conseguir el cuerpo moroncial, el superviviente seguirá evolucionando, consiguiendo cada vez cuerpos (aquí "cuerpo" designa un vehículo de consciencia, que no necesariamente está hecho por las partículas que la ciencia conoce y que conforman la materia) más espiritualizados, hasta que dará el gran salto cualitativo que lo convertirá en ser absonita (un ser en cierto modo infinito, y que trasciende el espacio-tiempo), y finalmente en un ser relativamente perfecto y a la vez coabsoluto, siendo que el ser coabsoluto tiene un campo de conciencia y expresión que sobrepasa el universo maestro, esto es, el universo como una especie de programa que siempre está ejecutándose a través de su expresión en la Creación como algo concreto (con sus multiversos y distintas dimensiones)... Hasta aquí la teoría parece fantasiosa y muy optimista, pero tiene su lado desmotivador. Para empezar, toda esa evolución se da en millones de años, porque implica pasar de la primitiva naturaleza humana a la refinada naturaleza de un ser casi divino, que trasciende la materia-espacio-tiempo y los límites de la percepción y la expresión finitas... En segundo lugar, y esto es lo peor de todo, esa evolución no siempre se da, porque no todos alcanzan el estatus de superviviente y, una vez que un individuo fracasa en su propósito de convertirse en una personalidad inmortal dotada de identidad (aquí "personalidad" representa una realidad cosmológica antes que psicológica, y algo inmortal), irá al metafórico lago de fuego, esto es, será disuelto, dejará de existir como un yo, como una identidad, y la personalidad (ya desprovista de identidad) retornará al Padre Universal, se reintegrará a él. Llegado a este punto, el lector se preguntará: ¿Cómo una personalidad humana puede dejar de existir si la personalidad en Urantia es una realidad imperecedera? Tengamos en cuenta lo siguiente: 1) Uno es un yo, una identidad que se asocia a una personalidad, y que se vincula con el Ajustador del Pensamiento en y mediante el alma. 2) Aclarando lo siguiente, antes de conseguir la inmortalidad, uno tiene una personalidad, pero es un yo, una identidad, y no una personalidad. 3) El Ajustador del Pensamiento es un ser espiritualmente perfecto, que procede directamente del Padre Universal, es una parte del Padre Universal dotada de mente autónoma, y expresa, por decirlo de algún modo, la presencia, la conciencia, y la inspiración de Dios en el hombre, 4) El alma es, metafóricamente hablando, hija del Ajustador del Pensamiento y de la personalidad humana dotada de identidad.
Explicado lo anterior, tenemos que alguien alcanza el estatus de superviviente cuando su identidad ha alcanzado un grado suficiente de unión con el Ajustador, ya que entonces el alma pasa a ser alma inmortal o alma superviviente. En esta línea, Urantia plantea siete círculos de evolución espiritual, siendo que prácticamente ningún humano logra todos en su vida terrena, por lo que los supervivientes completan los que faltan en los mundos moronciales. Muy difícil es distinguir qué significa cada uno de los siete círculos, pues ni en el mismo libro de Urantia lo dice, sin embargo pueden hacerse estas precisiones, teniendo en cuenta que el primero es el más elevado y el séptimo el más bajo: 1) Se ingresa al séptimo círculo cuando tomamos nuestra primera decisión moral, 2) El sexto círculo está relacionado con nuestras relaciones con otras personas, 3) El quinto círculo tiene que ver con el honor, la integridad y la dignidad, 4) El tercer círculo se da cuando la voluntad humana se ha comprometido firmemente a servir a la voluntad divina, 5) Ni siquiera completando todos los círculos está garantizada la fusión con el Ajustador, ya que ésta solo se da cuando existe una sincronización completa entre la voluntad del sujeto y la de Dios, expresada a través del Ajustador, que primordialmente se expresa en la conciencia moral-espiritual en la medida en que ésta funciona adecuadamente. Dicho esto, ponemos un cuadro de Linda Buselli, donde muestra correspondencias entre los círculos, los chakras, los sacramentos, y las sefirot de la Cábala:
Fuente: Pasarmiedo.com
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