Seguimos con las leyendas. Ahora con una de la mitología Guaraní.
El Pombero es un personaje multifacético de la mitología guaraní. Se lo conoce también con los nombres de Pyragué (pies peludos), Karaí pyhare (Señor de la noche) y Kuarahy jára (Dueño del sol, tal como se lo conoce en el mito mbyá del sur del Brasil). E igualmente con el nombre de “Chopombe” (abreviatura de Cho – que equivale a la expresión castellana “Don”) – y Pombéro.
El pombero
Algunos sostienen que podría tratarse de un aborigen Guaycurú, pueblo con los cuales los guaraníes tenían continuos conflictos.
Lo definen como un hombre más bien bajo, fornido, muy moreno y retacón, con abundante vellosidad y brazos tan largos que los arrastra. A veces usa un enorme sombrero de paja y luce andrajoso, puede llevar una bolsa al hombro. Se cuenta que sus pisadas no se sienten. Sus pies se pueden dar la vuelta, de manera que confunde a aquellos que quieren seguirlo, aunque en ésta se una característica de una población indígena del Chaco paraguayo denominados pyta jovái (Talones Dobles), porque al utilizar unas zapatillas de plantilla rectangular era imposible descubrir hacia donde se dirigía en caminate en el polvoriento suelo chaqueño. La mayoría de las versiones coinciden en describirlo con la boca grande y alargada y los dientes muy blancos; los ojos chatos, como los del sapo, una mirada fija, como la lechuza; y las cejas de pelo largo.
Puede ser amigo o enemigo del hombre, según la conducta de éste. El hombre que quiera tener de aliado a este duende puede dejar ofrendas por la noche como tabaco, miel o “Kaña”, una bebida alcohólica originaria de Paraguay. Generalmente, la gente del campo le piden favores como hacer crecer los cultivos en abundancia, cuidar de los animales de corral, etc. Pero después de pedirle un favor no deben olvidarse jamás de hacer la misma ofrenda todas las noches durante 30 días porque si lo olvidan, despertarán su furia haciendo innumerables maldades en aquel hogar.
Nunca debe pronunciarse su nombre en voz alta, hablar mal de él o silbar en horas de la noche, porque esto lo enoja. Puede vengarse molestando o ensañándose con esa persona. Un mero roce con sus manos peludas puede producir que la persona se torne zonza, muda o experimente temblores. Se dice que si se le imita el grito, el Pombero puede contestar de manera enloquecedora. Por eso, y para no ofenderle, la gente prefiere nombrarlo en voz baja y se guarda de pronunciar su nombre en las reuniones nocturnas.
Muchos testigos del campo afirman, todavía en la actualidad, que lo han visto. Puede molestar a sus enemigos tirándoles piedras o haciéndose invisible para luego mover las ramas de los árboles o imitar voces de animales salvajes o aparecerce como un asno sin cabeza y cosas por el estilo. Abre puertas y ventanas con violencia. Anuncia su presencia por un silbido agudo en medio de la callada noche. Busca asustar a la gente piando como ciertas aves cuando cae el sol, es otra forma de saber que el Pombero está muy cerca. Se dice que le gusta rondar a mujeres embarazadas porque piensa que es el padre o madres con bebés pequeños que no han sido bautizados y se les anuncia por las formas ya mencionadas.
Inicialmente era considerado un genio protector de las aves de la selva. Sin embargo, a medida que evolucionaba el mito fue “adquiriendo” nuevas habilidades: poder mimetizarse con facilidad o metamorfosearse en cualquier animal, imitar el canto de cualquier ave (en especial las nocturnas), hacerse invisible, deslizarse por cualquier ranura u orificio.
También es descrito como un personaje travieso que desordena la casa, extravía los objetos, rompe o descompone los aparatos, dispersa a los animales, roba tabaco, miel, huevos o gallinas, desparrama el maíz, espanta a las aves de corral y abre las tranqueras dejando escapar al ganado, tira al jinete de su montura y asusta a la cabalgadura.
Es muy atrevido ya que en sus andanzas nocturnas gusta de despertar a las mujeres con el suave y escalofriante roce de sus manos. A veces las secuestra y las posee, y después de saciarse las deja ir, generalmente embarazadas, en cuyo caso el hijo nacerá muy parecido a él(se dice que con sólo tocarles el vientre las puede dejar embarazadas).
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